domingo, 17 de noviembre de 2013

Si ellos supieran...

Volver a casa con este frío horrible y el viento gritándome tu nombre, a mi, que ya te estoy echando de menos y hace tan sólo diez minutos que me fui.
Aún con la cabeza en tu pecho, porque mi cuerpo está de vuelta a casa pero mis pensamientos se han quedado en tu coche.
Que no me bajo, que no, aunque el tren ya está pitando y yo subida en él. Los cristales empañados, otra vez... Qué gracioso, ¿no? Sé que soy la única que entiende esto y que al resto de gente que va en el tren le da igual, pero si ellos supieran...
Lo que no sabe nadie es lo feliz que me siento cuando te duermes con la nariz pegada a la mía y te escucho respirar tan cerca que a veces incluso me asusta.
Algunas mañanas me levanto queriendo gritar cuanto te quiero y las ganas que tengo de verte, pero qué le importa al mundo, si lo que realmente merece la pena es lo que (no) hay entre nosotros: ni espacio ni tiempo.

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