martes, 19 de noviembre de 2013

Un saludito a la señora Botella

Buenos días amigos.
Hoy escribo para contaros una más de las injusticias de este país y especialmente de su capital, el Madrid de la señora Botella.
Si eres artista, ya no tienes posibilidad de demostrarlo.
Como excusa a una reducción de ruido en las calles madrileñas e incluso de robos (que no lo digo yo, lo dice ella), los músicos ya no podemos tocar en la calle. Bueno, sí podemos, arriesgándonos a que nos impongan multas y sanciones e incluso a que nos requisen los instrumentos.
Para poder tocar en la calle hemos tenido que rellenar y presentar una solicitud en el ayuntamiento de Madrid (en mi caso dos veces) en un plazo de nueve días durante el mes de noviembre, tras el cual habría que pasar un cásting en el que decidirían si te dan o no una autorización para tocar. Para llegar a esta "prueba" nos dijeron que se pondrían en contacto con nosotros una semana después de entregar la solicitud, y un mes y medio después, sin noticias aún de estos señores, he decidido llamar yo al ayuntamiento.
Tras cuatro intentos, una chica muy simpática me ha cogido el teléfono y después de diez minutos de música clásica, me ha dicho que no tienen ni idea de qué va a pasar, porque "los de arriba" aún no les han dado información sobre el cásting y mucho menos sobre los permisos. A todo esto le sumamos el precio de cada minuto de llamada a nuestro ayuntamiento.
La única excusa que me dieron a todo este lío del permiso fue que quieren quitarse del medio al típico rumano que toca el acordeón de terraza en terraza molestando a la gente.
Y digo yo, ¿qué daño hacemos la gente que sólo queremos enseñar lo que hacemos tocando en la calle?.
Si habéis paseado por el centro de cualquier ciudad habréis visto la cantidad de buenos artistas que hay, porque a veces la única opción es hacerlo en la calle ya que no hay más oportunidades.
Han privatizado teatros, han quitado a los músicos de la calle, e incluso han cerrado galerías de arte y redes sociales a artistas "demasiado transgresores".
¿Quién ha dado el poder a cuatro mamarrachos para decidir este tipo de cosas?
¿Por qué tratan de censurar el arte y la cultura de este país?
Después de esto, os animo a todos a que vayáis a los toros, que eso si es arte, y que gritéis bien alto: ¡Viva España!

domingo, 17 de noviembre de 2013

Si ellos supieran...

Volver a casa con este frío horrible y el viento gritándome tu nombre, a mi, que ya te estoy echando de menos y hace tan sólo diez minutos que me fui.
Aún con la cabeza en tu pecho, porque mi cuerpo está de vuelta a casa pero mis pensamientos se han quedado en tu coche.
Que no me bajo, que no, aunque el tren ya está pitando y yo subida en él. Los cristales empañados, otra vez... Qué gracioso, ¿no? Sé que soy la única que entiende esto y que al resto de gente que va en el tren le da igual, pero si ellos supieran...
Lo que no sabe nadie es lo feliz que me siento cuando te duermes con la nariz pegada a la mía y te escucho respirar tan cerca que a veces incluso me asusta.
Algunas mañanas me levanto queriendo gritar cuanto te quiero y las ganas que tengo de verte, pero qué le importa al mundo, si lo que realmente merece la pena es lo que (no) hay entre nosotros: ni espacio ni tiempo.